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Cuidados de tu bebé en invierno


Tu bebé durante los meses de frío

Es cierto que el invierno tiene ciertos inconvenientes, pero los meses fríos no pueden paralizar vuestra vida. Está en tu mano proporcionar a tu bebé los cuidados necesarios para que disfrute de esta estación.

Yo tenía que nacer en invierno, pero como hacía mucho frío y en mi casa no tenían estufa, me estuve esperando para nacer en verano, con el calorcito”. Si acabas de ser madre o tu bebé tiene pocos meses, seguro que comprendes a la perfección esta frase del inolvidable humorista Miguel Gila.

Y no serás la única, porque la mayoría de las mamás que están en tu situación se preguntan si los rigores del invierno pueden afectar de alguna manera a la salud de su hijo en una etapa en la que es tan vulnerable.

No tiene por qué ser así. Efectivamente, la primavera y el verano son estaciones más amables en este sentido: hace buen tiempo y es más fácil sacar al bebé al parque para que disfrute de diferentes estímulos visuales y sonoros, la luz del sol estimula sus defensas, hay más ocasiones para que tú y tu pareja quedéis con amigos o familiares y el niño vaya acostumbrándose a estar con más gente...

Sin embargo, en la época de frío basta con que tomes una serie de medidas para que los primeros meses de tu bebé transcurran sin problemas (aunque conviene que te hagas a la idea de que a lo largo de su primer año la mayoría de los niños pasan una media de entre ocho y diez catarros).

De paseo con tu bebé

“Los rigores del invierno no pueden paralizar nuestra vida y mucho menos la de nuestro hijo”, advierte Cristina Bonjoch, adjunta al servicio de Pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Quirón Dexeus de Barcelona. “Salvo que las temperaturas sean excesivamente gélidas, un bebé no debe vivir encerrado en el hogar a la espera de que cambie el tiempo. El aire libre, aunque sea muy fresco, no es perjudicial para su salud”, añade.

El consejo de la pediatra es acertado: conviene sacar al bebé a la calle a diario, a ser posible hacia el mediodía, cuando el sol calienta más, pero evitando la exposición directa a los rayos solares (ten presente que aunque el cielo esté nublado la radiación puede afectarle). Para protegerle del frío llévale en un saco de cochecito y cúbrele las manos con unos guantes y la cabeza con un gorrito que también proteja sus oídos de las corrientes de aire.

En cuanto a la ropa más apropiada, “es mejor que lleve varias capas delgadas que pocas capas muy gruesas”, dice la doctora Bonjoch. Así, si entráis en un lugar en el que la temperatura es más alta podrás quitarle alguna prenda para evitar que se sofoque. La regla que sugiere la pediatra es sencilla: ponle una capa más de la que llevas tú (si tú tienes frío, tu hijo también lo tendrá, pero la diferencia es que él va en el cochecito sin moverse y su organismo aún no regula bien la temperatura). Además es recomendable que las prendas no le queden demasiado apretadas, para que no le agobien. Los bebés no son capaces de indicarnos si se sienten incómodos, por eso “debes evitar que tu hijo se ponga rojo como un tomate por ir muy cubierto. Si llora puede deberse a que se siente mal porque está muy abrigado”, explica la doctora. Un último consejo a la hora de salir a la calle o entrar en una casa: evita que los cambios de temperatura sean muy bruscos porque son éstos, más que el frío, los verdaderos enemigos de la salud del bebé.

EL RECIÉN NACIDO EN EL HOGAR

También es esencial que en casa tu hijo se sienta a gusto y protegido. Recuerda que la temperatura ideal en el hogar está entre 20 y 22 ºC y que es necesario ventilar bien todas las mañanas para renovar el aire. Por otra parte, ten presente que el calor de las calefacciones reseca las fosas nasales de tu bebé, lo que puede dificultar su función protectora ante los microorganismos. Por eso, es conveniente que humedezcas un poco el ambiente. En el mercado encontrarás humidificadores de todo tipo (debes limpiarlos bien a diario) pero si no tienes ninguno, puedes usar un sistema casero: coloca encima de algunos radiadores toallas húmedas o recipientes de cerámica con agua.

El baño y el sueño del bebé en invierno

El ajetreo de las visitas, el baño calentito, las buenas noches... Así estará todo controlado para que el bebé se encuentre muy bien.

Con un bebé de pocos meses es habitual que amigos y familiares se acerquen a casa a verle. Para el niño será muy positivo (aunque aún no sea consciente, se irá habituando a escuchar otras voces), pero debes tomar algunas precauciones. Así, en estas fechas en las que catarros y gripes están a la orden del día es esencial que las personas enfermas eviten las visitas a un bebé tan pequeño. Coméntalo con delicadeza, seguro que lo entienden. Y, por supuesto, explica a todos que no pueden fumar en una casa donde hay un niño.

EL BAÑO DEL BEBÉ

Este momento puede ser uno de los más placenteros del día, siempre que cuides algunos aspectos. Por ejemplo, si la estancia no está caliente el niño se sentirá incómodo. Para evitarlo, caldea el baño antes de llevarle allí abriendo el grifo del agua caliente y cerrando la puerta. Una vez que hayas conseguido un ambiente cálido desnuda al bebé y asegúrate de que el agua está a una temperatura de 36,5 o 37 ºC antes de meterle. Y cuando le bañes, antes de echarle el jabón calienta el bote con tus manos para que no le dé impresión. Haz lo mismo con la crema hidratante que deberás ponerle después de secarle.

HORA DE IR A DORMIR

A la hora de acostarlo, recuerda que dormir demasiado abrigado o en un sitio con mucho calor es uno de los factores que propician el síndrome de muerte súbita del lactante. Hay dos opciones: ponerle un body finito y un pijama saco o ponerle un pijama de una sola pieza que le abrigue y taparlo con un edredón fino (remételo bien por la zona de los pies y deja los brazos del bebé por encima para evitar que le tape la cabeza). Mantén el cuarto a una temperatura constante entre 19 y 20 ºC por la noche y utiliza el sentido común: si suda, significa que está demasiado abrigado.

Si el bebé se enferma...

En los meses fríos hay distintas enfermedades que afectan en mayor medida a los bebés. Conócelas para saber qué hay que hacer si se presentan.

Existen una serie de trastornos que son más habituales durante los meses de frío. En la mayoría de los casos no existen vacunas para prevenirlos, pero sí claves para aliviar o combatir los síntomas más característicos.

  • Resfriado común. Está producido por los rinovirus. Se contagia por el contacto de manos, los estornudos... y se propaga mucho en lugares mal ventilados. El niño puede coger varios resfriados en la misma temporada. El tratamiento es sintomático: una buena hidratación y la dosis de paracetamol que indique el pediatra.

  • Gripe. La produce un virus llamado Influenza. Es más intensa que el resfriado, causa fiebre y en ocasiones dolores de cabeza. Además puede provocar molestias digestivas (diarreas y vómitos).

  • Faringitis. Pueden ser víricas o bacterianas (ya existen métodos rápidos para diagnosticar estas últimas y evitar un mal uso de antibióticos). Sus síntomas son dolor de garganta y fiebre y para combatirlas el médico recetará al bebé analgésicos y en algunos casos, antibióticos.

  • Bronquitis. Es una inflamación de los bronquios, casi siempre vírica (aunque a veces hay una sobreinfección que sí precisa utilizar antibióticos). Es habitual que empiece como un catarro de las vías altas.

  • Otitis. Complicación típica del resfriado: se acumulan secreciones en el conducto que va de la nariz al oído y se infecta. Se trata con antiinflamatorios o antibióticos, según los casos.

QUÉ HACER SI EL BEBÉ SE ENFERMA

No te agobies, es algo totalmente normal. Y piensa que no hay nada como una dosis extra de amor de madre y unos cuidados correctos para conseguir que el bebé se recupere pronto y vuelva a sentirse bien.

  • Ante los mocos y la congestión, una buena hidratación es esencial. Quizá sea conveniente que entre las tomas de pecho le des agua para ayudarle a expulsar las secreciones.

  • Intenta mantenerle en una posición lo más vertical posible (llévale contigo en el marsupio, eleva un poco el cabecero de la cuna...).

  • Los analgésicos y antitérmicos son eficaces, siempre que no los utilices sin consultar al pediatra (hay algunos que no están indicados antes de los 6 meses de edad). Además, es importante que respetes las dosis pautadas por el médico.

  • Mímale mucho. La estimulación emocional es esencial para una rápida recuperación en la mayoría de los trastornos de salud.

  • Haz que esté cómodo en casa: crea un entorno cálido, evita luces muy intensas y ruidos que le alteren...

  • Ten en cuenta que quizá tenga menos hambre. Si no come, no le fuerces, pero consulta al médico.

PROS Y CONTRAS DE NACER EN INVIERNO

En definitiva, para el bebé, llegar al mundo o vivir sus primeros meses en invierno tiene sus pros y sus contras. Conocer ambos te vendrá muy bien a la hora de cuidar a tu hijo de manera que se beneficie de las ventajas y evite los inconvenientes más habituales.

Ventajas

  • No tiene que padecer las temperaturas elevadas típicas de muchos lugares durante los meses estivales. De hecho, en esta época son menos comunes los golpes de calor que tan peligrosos resultan para los bebés (porque aun no regulan bien su temperatura corporal).

  • Generalmente, el niño que nace en invierno llega con una mayor reserva de vitamina D. La razón es que su gestación ha transcurrido en verano, con lo que la madre ha estado más expuesta al sol y le ha aportado vitamina D a través de la placenta.

  • Su inicio en la etapa del gateo coincidirá con el comienzo del buen tiempo.

  • Tiene menos riesgo de sufrir problemas de salud por una incorrecta exposición a la luz del sol.

Inconvenientes

  • Tendrá congestión y mocos muy a menudo.

  • Está demostrado que los niños que nacen en invierno tienen más posibilidades de desarrollar, con el tiempo, problemas de alergias y enfermedades respiratorias.

  • Suelen darse más casos de muerte súbita por un exceso de ropa de abrigo.




 
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